Botella plantea reducir el horario de los centros deportivos municipales


Cuánto más grande es un titular, más peligrosa resulta la letra pequeña. El Ayuntamiento de Madrid es el principal prestador de servicios deportivos del país, y uno de los mayores de Europa. En 2011, los 69 centros municipales y las 490 instalaciones básicas repartidas por toda la ciudad registraron 27 millones de usos. El Gobierno local (PP) gastará este año 132 millones en deporte, 40 euros por habitante, casi el doble que Barcelona, por ejemplo, pero menos que la mayoría de localidades del área metropolitana. Cuenta con 3,7 millones de metros cuadrados de superficies deportivas (el equivalente a 500 estadios como el Santiago Bernabéu), 47 piscinas climatizadas, 22 piscinas descubiertas, 103 campos de fútbol de césped artificial... Ese es el titular grande. Lo que viene a continuación es la letra pequeña.

El pleno municipal instó el 28 de febrero por unanimidad la elaboración de un diagnóstico del deporte base que sirviera para desarrollar luego un plan estratégico. Este diagnóstico, al que ha tenido acceso EL PAÍS, detalla puntos fuertes y flacos, y apunta posibles cambios para adecuarse a los hábitos de los madrileños y a las penurias económicas municipales.

Madrid tiene 69 centros deportivos, de los que 13 son gestionados por empresas privadas. Además, cuenta con 96 instalaciones básicas de acceso controlado, y 394 de acceso libre. En total, 559, o lo que es lo mismo, 1,71 por cada 10.000 habitantes, una media “bastante aceptable”, según el informe. Sin embargo, también admite que su distribución territorial es muy desigual: mientras que Barajas, Hortaleza y Moncloa-Aravaca superan las tres por 10.000 habitantes, Tetuán y Centro no llegan a una. De hecho, este último distrito, con 150.000 habitantes, solo tiene la piscina de Escuelas Pías, abierta este mes. Chamberí (143.000), ninguna.

Además, de los 69 centros, casi una cuarta parte fueron construidos durante el franquismo, alguno en fechas tan remotas como 1944. En Moncloa-Aravaca, por ejemplo, seis de los nueve centros se levantaron entre 1951 y 1972. “La ralentización de las inversiones inicialmente previstas en infraestructuras supone la necesidad de buscar nuevas fórmulas de colaboración pública privada”, concluye el informe. Así, las nuevas instalaciones serán financiadas y/o gestionadas por empresas privadas. Dos ejemplos: el polideportivo de La Cebada lo levantará la concesionaria del centro comercial anejo; la piscina de Escuelas Pías la ha pagado el Colegio de Arquitectos, a cambio del uso de gran parte del complejo.

Estas estrecheces económicas también afectarán previsiblemente a los horarios de los centros. Casi la mitad ya están abiertos a las ocho de la mañana, y la gran mayoría cierra después de las diez de la noche, algunos incluso a medianoche. “Aunque esto supone una ventaja para el ciudadano, en la actual situación de racionalización de gasto es necesario hacer un análisis detallado (…). Se está trabajando en su adecuación en función de un posible y considerable ahorro energético”.

En 2011 se ofrecieron 133.000 plazas mensuales de enseñanzas deportivas, con un porcentaje de ocupación media del 77% que varió mucho sin embargo dependiendo de las actividades, edades y franjas horarias. Por ejemplo, la demanda, “óptima” del tramo infantil cayó al llegar a los 15 años “por el gusto por la independencia y la práctica menos organizada de los adolescentes”. En cambio, cada vez hay más usuarios entre los mayores, por lo que recomienda aumentar la variedad y aprovechar los horarios menos demandados. El informe denuncia también la “insuficiente” oferta para discapacitados (882 plazas para 151.000 personas).

En las competiciones deportivas se detecta el mismo problema de falta de interés de los adolescentes, por lo que se insta a incluir “modalidades más atractivas” para ellos. Pero también para las mujeres, que se descuelgan de estas actividades con la edad. “Las mujeres disponen de menos tiempo libre (una hora menos de media), lo que afecta a la práctica deportiva”. Para engancharlas, se propone aumentar la oferta y flexibilizar el uso de las instalaciones, para que puedan compartir ese tiempo con sus hijos.

 

Fuente: EL País